TEMPORALIDAD Y RECREACIÓN

TEMPORALIDAD Y RECREACIÓN

TEMPORALIDAD Y RECREACION *

 

M.T.G. PSIC. ALEJANDRO VERA RAMIREZ

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

 

   La recreación en una sociedad sujeta a las leyes del capital y su racionalidad desbordante, encarnada en una reproducción del trabajo en condiciones alienadas, se ve determinada en muchos de los casos a sucumbir a formas inferiores y derivadas que reflejan la ideología dominante, como un mecanismo consensual para ejercer la hegemonía cultural. Se presenta como recreación una forma de regeneración de la fuerza de trabajo y una inculcación de modelos de pensar y actuar generadores de un acuerdo con las condiciones de dominación prevalecientes en este momento histórico. Más que re-crear se trata tan sólo de una repetición homogenizadora y totalitaria; una fuga, un escape de las condiciones de la producción, un encuadramiento a la cultura del consumo. Se concibe además, como una forma de llenar el “hueco” entre horas de trabajo y la recuperación fisiológica, como convivencialidad superficial, “hobby” entretenimiento, espectáculo, en fin, como una actividad al servicio del proceso de valorización del capital, ubicando al hombre bajo la condición de un sujeto-valor, inmerso en un marco de relaciones sociales y de producción pretendidamente inalterables en su esencia.

 

       Es menester entonces, reconsiderar en el campo de la Psicología Social contémporanea y específicamente en lo que al estudio de la vida cotidiana se refiere, lo que la recreación es y lo que implica en el devenir del hombre y la cultura. Las ciencias humanas se abocan hoy a establecer la vinculación del fenómeno recreativo y los procesos de producción material y simbólica, en el espacio de las ideologías. La recreación humana se encuentra profundamente vínculada con la vivencia del tiempo y con la libertad: el denominado Tiempo Libre  es una categoría primordial en el estudio del fenómeno recreativo. Liberar la concepción que del tiempo se tiene en la vida cotidiana, implica reconocer la diferencia cualitativa de una repetición subordinada y la producción re-creadora de un tiempo esencialmente libre. Un tiempo que no se sostiene en la dominación sino en la participación activa con lo posible.

 

        Re-crear, re-creación. Aparece en su insistencia como una invitación, una vuelta al acto de crear. Vuelta que no es repetición, pues lo creado es en esencia único y finito, irrepetible como lo mismo. Se puede sí, repetir, pero la diferencia. El acto re-creativo implica una sospecha de lo que aparece como “natural” o “permanente”. Sospecha que es crítica y reflexión de lo hecho, para hacerse en el hacer vital del existente. La modernidad impone un proyecto uniformador y despersonalizador que olvida las preguntas fundamentales reiterando las mismas respuestas. En una vasta “industria cultural” que se encarga de la homogenización y el consenso, tornando a la cultura en una mercancía de valor simbólico cuantificable, dejando de ocupar un espacio en el ser del hombre, es una “cosa” que se adquiere y usa, un instrumento, un valor de uso. La cosificación hace presencia constriñendo la cualificación.

 

Cuestionar la cultura heredada implica primeramente su asimilación, su deconstrucción y cambio. Lo inobjetable, transhistórico y eterno, Lo Uno, ha de ser devastado en sus cimientos. La retícula temporal en la que se sostiene ha de mostrar su fondo esencial.   Las condiciones en las que la actividad humana se realiza generan formas  distintas de realidad. Someterse a una visión lineal del tiempo es parte integrante del proyecto de dominación, así, el extrañamiento que el productor presenta ante el producto-mercancía, se traduce en el campo de lo simbólico como un olvido de los productos históricos y sociales; olvido que implica una pérdida de la autoafirmación y un anquilosamiento de la identidad.

 

La apropiación de lo histórico es un producirse a sí mismo como heterogeneidad y pluralismo, se crean nuevos productos transformando los derivados, ahistóricos y totalitarios elementos recibidos. Las condiciones generales en que la producción se ha dado a lo largo de la historia, para la mayoría de los seres humanos, ha aparecido como una relación de explotación, de dominio, tanto de la naturaleza como del hombre mismo. En la modernidad la técnica se erige como la forma de producción que por excelencia establece un dominio totalitario. El razonamiento técnico concibe al hombre solo como trabajador, es decir, como instrumento controlado y para el control, de un sujeto tipo, modelo, un abstracto dueño del mundo. Un sujeto que responde a leyes externas y necesarias a la producción material y simbólica, que responde a la metafísica de la “superación”. La creación es concebida así, como un producto por entero en las manos del hombre. El conocimiento mismo se traduce en la relación simple de causa-efecto como una relación de dominio en la que el hombre ocupa la primacía.

 

        Este antropocentrismo es cuestionado por la actividad artística, en donde la creación se presenta más como un movimiento de deudas y corresponsabilidades. En donde co-participan distintos órdenes de realidad. El  hombre no es sólo el que da y al que todo se debe, sino que es solo una parte necesaria en una cadena de otorgamientos mutuos entre lo que la tradición griega denominaba como la teoría de las cuatro causas (ARISTÓTELES): La materialis, formalis, finalis y eficiens. La producción implica entonces, a lo otro y a los otros, es esencialmente social. Transformarse es transformar al  mundo. Es decir, participar en su movimiento.

 

        El término de poiesis designa este acto de advenimiento, este acto del que el hombre toma parte y que es también una forma de conocimiento, de descubrimiento. La consideración de que el arte, el juego, el pensamiento filosófico o humanístico (La psicología incluída), sean actos inútiles o improductivos, a menos que produzcan un valor capitalizable que los toma objeto-mercancía, es señal de que estos actos resultan un tanto peligrosos a la ideología dominante. La jerarquía que este tipo de producción debiera ocupar, dista mucho de la posición en la que se ubica ante las formas técnicas y científicas, o de producción mercantil. Reconocer que el arte, el juego, el pensamiento filosófico o las consideraciones psicológicas de la emotividad, por ejemplo, son formas de conocimiento que escapan a la forma hegemónica en  que el dominio se ejerce, implica una noción y vivencia distinta tanto del tiempo , como de la libertad.

 

        La oposición entre trabajo-ocio, o entre trabajo y tiempo libre, surge desde la Grecia post-trágica y alcanza nuestra época; dar primacía a la producción técnico instrumental como dominio de la naturaleza (y del hombre) oculta su condición de opresión y alienación, conduce a  relegar y escindir a la libertad del trabajo, alojándola (a la libertad) en un tiempo que exento de trabajo, participa supuestamente del reino de la “libertad”. El trabajo asalariado norma y regula nuestra vivencia temporal y nuestras posibilidades creativas; transcurre contra la libertad.

 

         El tiempo libre es un tiempo exento de una condición de dominio. No es la dicotomía de Trabajo/no- trabajo, lo que lo determina, sino las condiciones en que se realiza. La dicotomía entre trabajo y tiempo libre oculta no solo las condiciones de explotación, sino también las posibilidades de un trabajo “vivo”, libre, temporalizado en y para la libertad. Sin embargo, lo cotidiano es la vivencia de esta dicotomía. La forma en que nos temporalizamos difiere enormemente cuando nos sometemos a un trabajo condicionado por la mercancía, de la experiencia temporal de cuando nos recreamos.

 

   La necesidad de homogeneizar la actividad humana a fin de hacer un uso instrumental de ella, ha conducido a igualar la forma en que transcurre nuestra temporalidad y a perfeccionar la noción del tiempo público. Hablamos del tiempo en la cotidianidad, como una dimensión espacial; inclusive  nuestra cronometrización es una medición similar a nuestra medición del espacio: Lo representamos incluso, por las manecillas del reloj, es decir, una sucesión puntual o la seriación numérica digital.

 

        La visión espacialista del tiempo nos lleva a pensar  que la actividad o los objetos se dan en el tiempo como si fuese una superficie en la que se deslizan estos. Un continente homogéneo y estático. Así, el presente se constituye en la esencia de este tiempo; un ahora. El pasado y el futuro serían puntos equivalentes con distinta posición en la sucesión puntual, un después de ahora y un antes de ahora. El ahora siempre es dado por la presencia de las cosas frente a nosotros; nuestro trato cosificado con ellas, cosifica, podemos decir, nuestra relación con la temporalidad. La mayor parte de la cotidianidad viene a vivirse entonces, Aristotélicamente.

 

       El tiempo libre, en cambio, implica una nueva forma de relacionarnos con el tiempo, como temporalidad. Dejar ser al tiempo lo que es. No es una cosa, no una sucesión puntual e infinita. Pensar el tiempo en libertad requiere de variar la perspectiva; la cosa no está en, como mi escrito en la mesa. El tiempo no es  una cosa temporal, sino temporalidad (Heidegger); es la forma de darse el tiempo al ser humano. Por otra parte, en esta concepción el hombre no determina el tiempo como subjetividad; el tiempo es el que se da, se otorga al hombre desde lo extático,  desde fuera y finitamente. La presencia de las cosas y la actividad se revela no desde lo dado como un fondo fijo, homogéneo e indiferenciado, sino desde el campo de lo posible, de lo que podría ser. Aquí la esencia del tiempo no es el presente sino el futuro como posibilidad de ser.

 

     El hombre como mortal, no temporaliza su ser propio sino su finitud. Finitud que nos abre a lo posible (Nuestra egoicidad no es eterna). El proyecto nos brinda tiempos y no un tiempo universal, general y uniforme. Cada uno se temporaliza en tanto sus posibilidades. El tiempo como infinito no pertenece al individuo, en todo caso constituye el sustento fantasmal que soporta la dominación subjetiva de las masas. La manera de temporalizarnos en nuestros proyectos, nuestra finitud y co-apropiación de lo sido, queda oculto en el tiempo público, el de todos. Lo posible se pierde de vista y solo queda la indiferenciada sucesión de actos y cosas, “la vida de todos los días” que se nos escapa, nos convertimos también en  cosas en el tiempo. Así, más que estar o no en un compartimiento del tiempo vulgar, público, el tiempo libre, me parece, es una forma de temporalizarnos como posibilidad en finitud, que participa de lo sido en un acto de unidad donde se nos revela la aparición de la presencia como libertad. (Autoafirmación, ser para sí mismo su fundamento, proyecto abierto, posibilidad).

 

        En las condiciones actuales, sin embargo, este darse el tiempo, homogéneo y puntual, la manera de medirlo incluso, aparecen falsamente como el tiempo mismo. El medio de hacerlo manifiesto se generaliza (Horario objetivo del reloj) y uniforma, despersonaliza los actos humanos. La actividad pierde sentido personal directo y se fragmenta. La conducta subordinada a imperativos de dominio, como sucede en las condiciones del trabajo asalariado es una muestra clara de ello. Enfrentarse a la Voluntad de Dominio y su proyecto racionalizador, es un acto de deconstrucción que permite construir como re-creación abierta a los fenómenos del mundo y la sociedad. La libertad no es una posesión del hombre, posee, eso sí, al hombre en tanto deja ser la diferencia. Es la forma-de-estar-en-el-mundo lo que define la libertad en el hombre. Ya sea de Dominación o de co-apropiación, ya que el autocondicionamiento de nuestros actos ha de estar referido siempre al mundo, a la sociedad. Es una apertura a este exterior que no es sin nosotros y viceversa. La vivencia del tiempo como temporalidad es apreciable en nuestras sociedades de manera más clara  en la labor artística y artesanal, en el juego infantil y adulto, en la fiesta, el carnaval, el erotismo, la poesía, lo imaginario, el chiste, es decir, en la consecución privada y social de la suspensión del tiempo público.

 

   Esta vivencia de la temporalidad es una entrega a la finitud y lo posible como crítica de la dominación. Es la vivencia de la experiencia colectiva, donde tiempo libre es libertad del tiempo y de la producción creativa. Es la vivencia de un tiempo que exige aceptar  el pasado como lo que estoy siendo para volver hacia el porvenir, y sólo sabiendo de lo posible, volverse hacia el pasado como apropiación de lo sido. El pasado se proyecta al futuro suscitando el presente. La producción material y simbólica se hace presente a nosotros, atendiendo a lo posible (su destino, efectividad) conservando, co-apropiándonos de su historia (pasado). Es importante señalar aquí, la aportación que en su Psicosociología del tiempo libre, Frederic Munné (l980) elabora respecto a los tres modos prácticos de darse la libertad en relación al tiempo:

a) Descanso

b) Recreación

c) Creación

 

        El primero de ellos, descanso, es contrafuncional, en tanto posee propiedades compensatorias a las consecuencias del trabajo. En el segundo, La Recreación,  libres ya de esta compensación, el ser humano se relaciona con el campo de la diversión y el juego (que también “compensa” pero creándonos para el trabajo y además, como juego “expresivo” en el que nos “inventamos” a nosotros mismos). En el tercero, La Creación, la persona se autocondiciona, creándose a sí misma. Lo posible adviene como originalidad, contemplación y participación creadora.

 

        Salir del condicionamiento implica, para Munné, pasar por “grados” de autocondicionamiento, funciones del tiempo libre: 

1) como compensación a lo heterocondicionado y sus efectos.

2) como autoafirmación y creación.

3) como autocondicionamiento pleno.

 

        La recreación se torna una condición que implica la destrucción. Se crea en tanto se asimila y apropia de lo dado para proyectar a lo posible. No es sólo actividad por la actividad (activismo), sino proceso en el que se afirman las condiciones del hombre de llegar a hacerse en el hacer. Es vivir un tiempo liberador y un tiempo liberado de las condiciones de Dominio. Temporalizarnos desde la libertad, relacionándonos con el mundo y la sociedad afirmativamente, es búsqueda de poder ser nuestras posibilidades en colaboración.

 

        Destacamos pues, que el Tiempo libre no es una subcategoría del tiempo social, sino una forma de darse el tiempo al hombre como Temporalidad. A la promoción de esta vivencia habría de abocarse el trabajo comunitario y la investigación en el campo de esta área de la psicología social, inclusive, formar parte integral de la labor psicoterapéutica. El tiempo que hemos denominado público, es el marco en el que se da la homogenización y el dominio del hombre y la naturaleza, por el hombre mismo. Es un Antropocentrismo. La libertad sólo se da  abriendo el espacio de lo posible desde el sostén que la finitud esencial del hombre, establece. La libertad es invención, creación que nos inventa constantemente a nosotros mismos. Hay una zona en la vivencia social en donde los actos temporalizan nuestro ser en libertad y que se da en la denominada poiesis (El arte, el juego, la fiesta, etc.) una forma no hegémonica de conocimiento y relación con el mundo. No es el trabajo técnico - instrumental o su ausencia lo que realmente determina el tiempo libre, sino las condiciones en que la actividad se realiza y la recreación, es una condición posible que implica la revisión de lo sido, (una apropiación histórica) en tanto es una proyección de lo que podemos ser: creación abierta de nosotros mismos. 

 

  

 

 

BIBLIOGRAFIA:

 

 

Frederic Munné.- Psicosociología del tiempo libre. Editorial Trillas, 1980.

 3ª. Reimp.1986. México.

 

Fanny Blanck de Cereijido.- Del tiempo: Cronos, Freud, Einstein y los genes.

 2ª. Edición. 1985. Folios ediciones. México.

 

Martín Heidegger.- El ser y el Tiempo. FCE. México. 4ª. Reimpresión. 1986.

 

Revista ESPACIOS  No. 3. Año 1. CIF. Universidad Autónoma de Puebla (UAP)

 
 

 

* ESTE TRABAJO FUE PRESENTADO ORIGINALMENTE COMO PONENCIA EN EL III ENCUENTRO NACIONAL DE PSICOLOGIA SOCIAL. RED NACIONAL DE PSICOLOGOS SOCIALES (RENAPS) Y LA FAC. DE PSIC. DE LA UNIV. AUTONOMA DE QUERETARO.19 AL 21 DE SEPTIEMBRE DE 1990.

 

NOTA ADICIONAL:

Ya PASADOS 27 años de este pensamiento, reclama ya actualización y ampliacion de su campo reflexivo a lo que ahora enseñamos en los cursos de LUDOTERAPIA AUTOCREADORA con enfoque Gestalt Integral, donde sigue evolucionando nuestra propuesta reflexiva.

 

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